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ParaShat Ki Tavo

¡ Elige la vida, elige ser judío!

La séptima aliá comienza con las palabras:

“Mira, he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal” (Devarim 30:15).

Y un poco más adelante:

“He puesto delante de ti la bendición y la maldición, y tú elegirás la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (30:19).

Una y otra vez, el Eterno nos recuerda que Su pacto debe ser renovado constantemente, en cada situación y en cada etapa de la vida. Pero no se trata solo de nuestra conexión personal con Dios, sino también del pacto de nuestros hijos e hijas, que depende directamente de nuestras decisiones

en el presente.

El Talmud enseña que cuando una persona siente que no tiene valor, debe recordar que el ser humano fue creado al final de la Creación, de forma única e individual, y decirse a sí mismo:

“Por mí fue creado el mundo.” Pero si esa misma persona se llena de orgullo, debe recordar que incluso el mosquito más pequeño fue creado antes que él.

Hay muchas razones por las que podemos sentirnos orgullosos de ser judíos. Aunque solo representamos el 1.5% de la población mundial, nuestra influencia en la historia y en el mundo es enorme. Hemos recibido una cantidad desproporcionada de premios Nobel. El Estado de Israel es un líder en tecnología, medicina, defensa y agricultura.

Sin embargo, más allá de los logros, el verdadero orgullo judío debe venir del hecho de que nuestra identidad se sostiene en las almas de Abraham, Itzjak y Yaakov, y de todas las generaciones que mantuvieron viva la llama del judaísmo durante dos mil años de exilio. Un judío debe sentirse orgulloso de pertenecer a un pueblo eterno, con una historia milenaria y un futuro garantizado por la promesa divina. Pero la Torá nos revela un enfoque aún más profundo.

Cuando miramos el versículo de la parashá, vemos que la continuidad judía no depende únicamente de nuestro pasado ni de nuestro linaje, ni siquiera de lo que harán nuestros hijos en el futuro. La Torá nos dice: “Elige la vida.” Es decir: tú, aquí y ahora. Tu judaísmo no depende de tu apellido ni de tus ancestros, ni de tus hijos. Depende de ti, en este momento. Solo cuando tú eliges la vida judía, la vida conectada con Hashem y con tu pueblo, es que el

pacto de tus ancestros cobra vigencia, y el judaísmo de tus hijos queda afirmado.

Esta idea se refuerza más adelante en la parashá con un versículo fundamental que también aparece en la Hagadá de Pésaj:

“Y clamarás y dirás delante de Hashem tu Dios: ‘Un arameo intentó destruir a mi padre, yél descendió a Egipto y habitó allí con poca gente, y allí se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa.’”

Este versículo nos recuerda que la memoria del pasado no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para garantizar el futuro.

Por eso, este Shabat, te invito a hacer algo más por tu judaísmo: Si nunca has encendido velas, hazlo esta vez.

Si no tienes quien haga Kiddush por ti, hazlo tú.

Ven a la sinagoga.

Comparte tiempo con tus hermanos y hermanas judíos.

Haz actos de bondad con los más necesitados de nuestro pueblo.

Solo cuando actuamos de forma judía, nuestra alma se manifiesta en este mundo físico y limitado, dando testimonio de que tenemos un pasado y un futuro más allá del tiempo. Nuestras acciones nos definen.

Por eso somos el pueblo eterno.

¡Am HaNetzaj!

Shabat Shalom

R. Eliahu